ORIGEN: http://dempeus.nireblog.com/post/2010/08/07/fraudes-en-salud-las-bayas-de-goji-revisitadas
He repasado las entradas más visitadas del pasado mes de julio y he constatado que, de todas las publicadas, la que se hizo eco de la denuncia de la OCU de las bayas de Goji sigue recibiendo mucha y constante atención y mantiene el interés de las personas que acuden a este blog. No es nada extraño, porque como ya se explicó en varios comentarios, mucha gente ha (hemos) "picado" hasta que la OCU nos alertó sobre sus contaminantes. Pero, al margen de la denuncia de los efectos adversos de contaminantes y pesticidas que se puedan introducir en nuestro organismo por medio del caballo de Troya de un producto vendido como garante de salud, he visto también que ya en el mes de mayo se nos avisó en el periodico ADN que las bayas de Goji no eran una panacea, sino todo un señor timo. Eso es lo que se publicó en dicho medio:
El timo de las bayas del Goji
Efecto colateral de la crisis, la picaresca está haciendo su agosto con toda clase de productos milagro a costa de los cada vez más pobres y más ingenuos españoles.
Primero llegó la famosa pulserita de silicona, esa que gracias a unos hologramas que “reaccionan positivamente con el campo de energía del cuerpo”, nos brindan un estado de armonía y equilibrio semejante al que tuvimos antes de la llegada de la contaminación química, la comida rápida, la falta de ejercicio y el estrés. O al menos eso dicen.
Una vez recuperada esa potencia perdida, era necesario asegurarla a perpetuidad gracias a la ingesta de algún elixir de la eterna juventud. Y es aquí donde han aparecido las milagrosas bayas del Goji como el complemento alimenticio ideal, procedentes nada menos que del misterioso Tíbet y cuyas propiedades casi mágicas nos aseguran salud y longevidad. Afirma la nueva leyenda urbana que el Goji es un arbusto que crece en los valles del Himalaya, a unos 4.000 metros de altitud. También que sus frutos son el secreto de los Hunzas, conocidos por ser “el pueblo más sano y feliz de la Tierra”, cuyos ancianos llegan fácilmente a la edad de 130 años sin apenas un achaque.
Pero la realidad es muy diferente. A 4.000 metros de altura la vegetación es poco más que herbácea, incluso en el Himalaya, impropia para mantener los inmensos cultivos de bayas rojas capaces de inundar los mercados de medio mundo. Para colmo de males, la planta no tiene nada de silvestre, ni siquiera es autóctona. Es de origen mediterráneo, pariente de nuestros tomates, pimientos y berejenas, pues pertenece a la familia de las Solanáceas y son primas hermanas de nuestro cambrón (Lycium europaeum), ese arbusto espinoso común en las montañas de Almeria, Murcia y Alicante.
En realidad el Goji se cultiva en extensas plantaciones localizadas en el norte de China, especialmente en las fértiles tierras del río Amarillo. No son por tanto ni del Himalaya ni salvajes, y ni siquiera proceden de agricultura biológica.
¿Qué hay de sus efectos medicinales? La supuesta lista de propiedades es inmensa, desde reducir el colesterol hasta ser un infalible afrodisiaco. Pero como ha explicado el director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada, Emilio Martínez de Victoria, las bayas del Goji no tienen ninguna propiedad beneficiosa probada en estudios científicos extensos de intervención clínica en humanos. Contienen los mismos nutrientes que las frutas y las verduras tradicionales, salvo ese importante efecto placebo que le añaden los nuevos pícaros y propagan los ingenuos.
¿Y tú qué piensas? ¿Las has probado? ¿Es un timo o es un milagro?
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